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¿Elegís lo primero… por miedo a esperar?

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Querida Reflexiva, 


¿Cuántas veces elegiste lo primero que apareció solo por miedo a esperar algo mejor?


Ayer fui al taller de fe al que voy cada martes. Estaba sentada en la mesa redonda, con el calor del café entre mis manos y el mar brillando detrás de la ventana, cuando Gonzalo dijo:    “Hoy vamos a hablar de las virtudes cardinales”.


Las cuatro virtudes vienen de la filosofía griega y sirven para ordenar el pensamiento y la acción en la vida cotidiana. Mientras disfrutaba de ese café, agregó:       “Hoy trabajaremos en la prudencia”.   Y me quedé pensando varias cosas que hoy quiero compartir con vos.


Ya de vuelta en mi escritorio, con el sol entrando por la ventana, te lo digo así de simple:       no hace falta ser religiosa para entender esto.   La prudencia es universal. Es la pausa antes de volver a elegir lo de siempre.


La prudencia es la virtud de saber elegir. Es poder reconocer si lo que decidís hoy te acerca o te aleja de lo que realmente deseas. Es darte el permiso de reflexionar antes de actuar: parar, sentir, preguntarte con honestidad si lo que tenés delante es un camino que te acompaña hacia tu deseo… o si es una trampa del ego, de la comodidad de la mente inconsciente, de esos patrones que se disfrazan de decisión pero en realidad son repetición.


La prudencia no es demora.    Es estrategia.     Es elegir con conciencia.


Se trata de darte el espacio necesario para discernir si esa decisión va en armonía con lo que quieres y te da paz, aunque no siempre tengas todo claro.


Porque muchas veces buscamos algo sin tener idea exacta de cómo llegar, o pensamos que iba a ser de cierta manera y terminamos descubriendo que no.

Y ahí es donde se siente la prudencia: como un respiro en el pecho, un instante de calma en el cuerpo antes de moverse. Esa señal instintiva que te dice:       “espera, sentí, no agarras lo primero que aparece”  , o simplemente confiá en esos tiempos que necesitas tomarte.


Porque si no te das ese espacio, lo más probable es que sigas eligiendo lo mismo el próximo mes… y el siguiente. Prudencia es animarte a esperar lo que realmente resuene con tu deseo.


Lo importante es no tomar lo que viene solo porque está ahí. Es seguir moviéndote hasta que algo mejor se revele.


Claro que a veces los límites son difusos y no vemos todo tan claro. Por eso la importancia de la pausa: para darle lugar a la reflexión, para darle tiempo al instinto, para que la voz interna pueda hacerse escuchar en medio del ruido.


Y ahí está el corazón de    Travesía   : entrenar la voluntad para no agarrar lo primero que aparece, sino darte el tiempo de soltar lo que pesa, pausar y abrir espacio para lo que de verdad te expande.



 
 
 

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